¿Quiero entenderte o ser entendido/a?

IMG_1378Insistimos en que hay diferencias y que no es lo mismo una relación entre personas a una pareja. ¿Cuáles son estas diferencias? Muchos dicen que no me acuesto con mi mejor amigo. ¿Acaso la pareja tiene como primera condición no ser tu amiga? ¿Creemos que la química niega la amistad?

Probemos a ir más allá de este tópico. Aunque vale la pena señalar que cuando ambas están presentes hay una relación cómplice, serena, que comparte con pasión lo que son, lo contrario a dos personas que se apasionan hasta la ruptura.

Y voy a recurrir a una experiencia formativa que me ayudó a colocar las piezas de mi propio puzzle. 

La mejor diferencia entre una relación duradera y una pareja la vi en un curso sobre Comunicación en Pareja, que dictó en el 2013 Joaquina Fernández en el Instituto Hune. Quizás pueda contagiarte de ella. Una frase suya fue clave para mi: “Cuando veo incomprensión lo que hay es un no enfrentarse a la propia necesidad”.

Hace una semana escribía precisamente sobre ello. El post contaba cómo nuestros deseos y necesidades, puestos fuera de nosotros, son una trampa. Cada vez que queremos que los cubra otra persona, nos dirigen y nos convierten en mendigos, al producirse la desconexión de nuestros valores vitales.

La cuestión es que ninguna persona puede abstraerse de sus valores debido a que son inconscientes. Además, marcan el ritmo, la armonía y la calidad del encuentro amoroso. Las relaciones son duraderas cuando se está en contacto real con los valores propios, dado que se conocen, se explicitan y son la guía que facilita sumar identidades.

Se convierten en nuestra destrucción por desconocimiento. Son como nuestro ADN relacional, y el autoconocimiento no sólo es clave para creer en uno mismo, nos lleva también a liderar una visión compartida en pareja. 

Ocurre lo contrario con el desconocimiento. La ausencia de confianza, de identidad y rumbo, al estar en pareja, es caldo de cultivo para la exigencia, queriendo implícitamente que el compañero nos salve de nuestras limitaciones.

Abstraerse es un acto de inconsciencia que pareciera liberarnos de la responsabilidad de hacernos cargo de nosotros mismos. El precio que se paga es alto: nuestra pareja inexplicablemente nos muestra lo que más nos aterra: nuestra propia limitación, mientras el conflicto crece enfocados en la falta de entendimiento, la culpa y la discusión.

Las relaciones se rompen al sacar de nuestra propia ecuación de la vida valores vitales, dando todo el protagonismo a las necesidades.  Eso nos lleva a presentarnos ante el otro con una doble cara. Las intenciones se confunden con recuerdos emocionales que justifican no ver de frente, desde el principio, la propia necesidad para resolverla.

Esa negación es nuestra perdición, al propiciar expectativas que sobredimensionamos, pulsando el cumplimiento de deseos y necesidades. La consecuente decepción a la larga es una excusa para desesperarnos con el otro, luchando con miedos a la ruptura, al enfado, al conflicto, alejándonos de lo que nos haría felices.

La ruptura es consecuencia de tiranizar nuestras actitudes con comportamientos que obstruyen lo que podría haber sido el gran logro de una relación, y que son cosas que normalmente se hablan al principio, cuando surge el interés mutuo y está presente la intención de mantener la conexión.

La consecuencia es que actuamos con exigencia, irrespetuosos de la realidad del otro. Y cuando esto ocurre con nuestra pareja ya lo hemos hecho primero con nosotros al relacionarnos de espaldas a nuestra identidad de valores.

He sigo testigo de esta falta de entendimiento. El comportamiento común a los dos miembros de la pareja es su diálogo tanto interno, como externo, que está enfocado en señalar culpables. Resentidos por lo que no se recibe. Y aunque ambos digan que se culpan a sí mismos, se sienten víctimas de acciones y de actitudes que rompen diariamente la relación, aunque el reclamo por cambiarlas sea continuo. 

Por lo general con un amigo nos esforzamos en entender su necesidad, sin olvidarnos de hacernos responsables de la nuestra, mientras que en la relación de pareja vamos con la expectativa de que sea resuelta tal como la imaginamos, ahorrándonos el esfuerzo de vivir conforme a un valor vital.

Conjungamos un “quiero que me…” en todas las variantes posibles. Hasta que nos aburrimos, o nos acomodamos. 

 

Acerca de Enrelaciones con Graciela Large

Las personas están ahí, por todas partes. Relacionarnos con ellas nos da plenitud, o nos condena. Los ojos al mirar miden al instante, la seguridad para expresarnos. Esa confianza que nos inspira la percepción es en realidad un búmeran que nos dice: ¿quién soy? Las relaciones interpersonales entre amigos, parejas, padres e hijos, es la metáfora de mi propio aprendizaje. Un día caí en la cuenta que mi identidad se mira, se recuerda, y suma al relacionarse. A partir de ese momento supe que escuchar, respetar y facilitar da sentido a mi vida. Cada vez que lo hago, además de plenitud, recupero para mí y para el otro el valor más preciado: la libertad. Graciela Large de la Hoz Coaching e Inteligencia Emocional Experta en Comunicación, Formadora y Periodista
Esta entrada fue publicada en Uncategorized y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario